12 de Noviembre 2012
Mitos en el mundo del vino: Borgoña
1ª parte
Muchos amantes y conocedores del vino afirman, y se reafirman, en que ningún vino tinto del mundo puede superar en complejidad, plenitud y expresión a algunos de los grandes vinos de Borgoña de la variedad pinot noir de la Côte de Nuits. Eso sí, sin perder de vista los espléndidos chardonnays de Chablis y de la Côte de Beaune.
Es en esta región de Francia, situada en el centro y algo al Este del país, donde se encuentra también uno de los viñedos más famosos del mundo, el Grand Cru Corton Charlemagne, que lleva el nombre del propio monarca Carlomagno.
El desarrollo más importante de la viticultura hemos de agradecérselo a los monjes de los monasterios y conventos del Medievo. En el año 1112, Bernhard de Fontaine llegó al monasterio de Cîteaux, cerca de Nuits Saint Georges, dónde se dedicó a difundir el nuevo estilo de vida ascético y contrapuesto al lujo que imperaba en la abadía benedictina de Cluny.
Sus seguidores y los círculos políticos y religiosos de la época le permitieron ir adquiriendo tierras para plantar cepas, haciendo florecer la viticultura en la zona de Chablis y Côte de d’Or. Allí, sobre esas tierras, eligieron las variedades de uva chardonnay y pinot noir por considerarlas las más idóneas en la zona. De esta forma, fue asentándose las bases de una clasificación vitícola que todavía, en la actualidad, tienen vigencia.
El derecho hereditario napoleónico, vigente desde poco después de la Revolución Francesa, estructuró las relaciones de propiedad vitivinícolas de una manera singular y que continúa hoy, casi idéntica, transmitiéndose de generación en generación. En resumen, la propiedad de la tierra se transmite hereditariamente, de forma proporcional, entre todos los hijos del matrimonio, de forma que cada hijo reciba una parcela aunque la tendencia sea a ir disminuyendo por generación.
No se entiende hablar de la región de Borgoña -unas 25.000 hectáreas de viñedo- sin hablar de vino, y hablar de vino sin hablar de terroir. El terroir o terruño hace referencia a la totalidad de un viñedo con unas características peculiares, y a veces únicas, en su suelo, sus condiciones geológicas, orográficas y climatológicas.
Sus suelos calizos, en ocasiones mezclados con suelos arcillosos, producen esos vinos tintos de gran elegancia con un ligero toque mineral, torrefacto y tostado, con una gran expresión de la variedad. En cuanto al clima general de la región, el invierno es frío con heladas tardías hasta bien entrada la primavera y el verano caluroso de tipo continental.