22 de Noviembre 2012
A vueltas con la liberalización de los derechos de plantación de la vid
El pasado día 7 de noviembre se han reunido en Bruselas los Presidentes de las regiones vitícolas europeas, adoptando una nueva resolución en el seno de la Asamblea de las Regiones Europeas Vitícolas (AREV).
Dicho en Román paladino, consideran los representantes de estos territorios vitícolas de la Unión Europea (UE) que la liberalización total de los derechos de plantación de la vid en todo el territorio de la UE (resolución adoptada por la UE en 2008), a partir del día 1 de enero de 2016, supondrá el desmantelamiento de la viticultura europea.
Aunque algunas naciones de Europa reglamentaron los derechos de plantación de la vid en la década de los años 30 y 40 del siglo XX, no fue hasta 1970 cuando el cultivo de la vid quedo, definitivamente, reglamentado por derechos de plantación. Ello permitió, decían, el desarrollo de importantes actividades económicas diversificadas que garantizasen una red rural en zonas y territorios sin producciones alternativas. Además, alegan, este instrumento no incide en el presupuesto comunitario al contrario de lo que supusieron las costosas medidas de arranque de cepas aplicadas entre los años 2008 a 2011.
La liberalización de las plantaciones sobre la economía de los territorios traería, según AREV, consecuencias nefastas para el empleo y las explotaciones familiares rurales, el mundo rural, el turismo, el medio ambiente y la superproducción, produciendo descensos vertiginosos de precios, disminución de la calidad de los vinos, etcétera.
Entienden los expresados representantes que “los derechos de plantación son un instrumento de regulación del potencial de producción sin ningún coste para el contribuyente europeo”, inscritos en un modelo de desarrollo sostenible y plasmado en una verdadera dimensión social, reprochando a la Comisión de la UE que no haya efectuado ninguna evaluación profunda de las consecuencias que supondría la abolición de los derechos de plantación.
Han apoyado sus argumentos con un estudio del Pr Etienne Montaigne, en el que se viene a concluir que la supervisión del potencial de producción no constituye un freno al desarrollo de las explotaciones ni a la instalación de jóvenes viticultores y que una gestión adecuada permite garantizar un equilibrio entre la oferta y la demanda.