23 de Diciembre 2013
Los espumosos se abren paso en la mesa de Navidad
Los vinos espumosos en general y el champagne en particular son el símbolo de la alegría, las celebraciones, los grandes momentos y las fiestas. Estos vinos, en general, poseen una dimensión psicológica del placer de los sentidos que los hace diferentes de los vinos tranquilos, al margen de sus propiedades organolépticas. Es ahora, en estas fiestas de Navidad, Nochevieja y Reyes, cuando los encuentros familiares y con amigos, eventos laborales, etcétera, hacen que se incremente el consumo de vinos espumosos de forma exponencial con respecto a cualquier otro momento del año.
Todos los espumosos tienen en común un cierto contenido de dióxido de carbono que al descorchar la botella produce un sinfín de burbujas en la copa y un singular cosquilleo en la boca. Conviene tener en cuenta que la mayoría de los espumosos, excepto los que sean muy dulces, son ideales para aperitivo. Para poder apreciar el champagne y los vinos espumosos de calidad en todo su esplendor hemos de tener muy presente la concurrencia y la ocasión que se celebra. De esta manera, los invitados no se sentirán desconcertados ni los anfitriones pasarán como esnobs.
Algunos de los tipos de vinos espumosos más conocidos son el champagne, el cava, el crémant y el espumante. Las variedades de uva más típicas para la elaboración de los espumosos son la chardonnay, pinot noir, pinot meunier, xarello, perellada, macabeo, riesling y chenin blanc. El más famoso de los vinos espumosos es, sin ninguna duda, el champagne. Dos son los factores determinantes para considerarlo un acompañante idóneo en un menú: el dulce y el ácido. Es una tradición y se considera, una buena sugerencia, servir el champagne, dentro del menú como aperitivo por su cualidad de abrir el apetito. Además, en función del tipo de champagne o cava, la variedad de uva y su edad, puede acompañar perfectamente todo el menú completo.
Resulta recomendable servir vino espumoso en el aperitivo acompañado por unas tapas, unos canapés o unas de tantas estupendas y variadas aceitunas verdes que tenemos en nuestro país. Como máxima y norma general, el tipo de champagne o cava más adecuado para acompañar nuestra comida o cena es el Brut por su menor contenido de azúcar por litro -hasta 15 gr-. Por ejemplo, unas ostras frescas al limón sobre un lecho de hielo piden un champagne o cava brut, extra brut o brut nature joven y muy vivo.
Desde luego el champagne o el cava, al igual que ocurre con muchos vinos blancos, por su alto contenido de ácidos, cuya frescura intensifica todavía más el ácido carbónico, es una estupenda decisión para acompañar pescados en general y mariscos crudos. Sin embargo, para carnes rojas y asados en general no resulta el acompañante más adecuado teniendo, como tenemos, tantas opciones de estupendos vinos tintos tranquilos.
Por último, hay que hacer hincapié en uno de los errores más frecuentes que se dan con el champagne o el cava: elegirlo como acompañante de un postre. Casi siempre el sabor del champagne o el cava, comparado con el dulce del postre, resultará tan seco que no podrá ser apreciado. Para estas grandes ocasiones, no lo duden, tenemos grandes vinos españoles apreciados en el mundo, aunque algo desconocidos todavía en España, como Pedro Ximénez o Fondillón. ¡Feliz Navidad!
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