11 de Julio 2013

Rioja, la tierra del vino

Cuarta parte


El legado del vino. Emprendedores e ilustres personajes en el nacimiento del vino de Rioja
Camilo Hurtado de Amézaga no fue, como ya dijimos en la tercera parte de esta breve intrahistoria, el fundador de la Bodega Marqués de Riscal pero, indudablemente, su influencia fue tan decisiva y notoria que ha pasado por ser el “alma mater” de la misma, al frente de la cual continúo hasta su fallecimiento en 1888, fecha a partir de la que su esposa comienza con la dirección del negocio modificando el nombre por la nueva denominación de “Bodega Herederos del Marqués de Riscal”.
La estrategia comercial llevada a cabo propició que la empresa localizase sus ventas con una gran extensión geográfica, nacional e internacional, en mercados diversos, y combinando unos márgenes comerciales por encima de los del vino común, por lo que las coyunturas locales y/o los ciclos económicos depresivos nunca supusieron un riesgo para la continuidad de su actividad empresarial.
Con el cambio generacional entre la tercera y la cuarta generación empezaron a surgir problemas y desavenencias entre los hermanos Hurtado de Amézaga y Zavala (Juana Zavala era esposa de Camilo) y sus primos
Después de ochenta y siete años de empresa familiar, en 1943 la bodega de Elciego se transformó en una sociedad anónima desde una empresa familiar, dando entrada en 1945 a nuevos accionistas como la familia Aznar, fundadora y propietaria de la Naviera Aznar, y los banqueros Gándara de Urquijo. Algunos miembros de la saga Hurtado de Amézaga abandonaron la nueva etapa que se abría y otros, como es el caso de Francisco Hurtado de Amézaga, séptima generación de las “Bodegas de los Herederos del Marqués de Riscal”, continúan con esta gran aventura vinícola empresarial, a la que se ha unido el hijo de este último Luis Hurtado de Amézaga.
Pero sería injusta, y además incompleta, la omisiónde un gran maestro vinatero que tantos conocimientos y buen hacer aportó a los vinos modernos de Rioja en general y a Marqués de Riscal de manera específica. Este no era otro que el francés Jean Pineau, el cual contaba con los conocimientos y la experiencia necesaria para cambiar el sistema de poda, la posibilidad de envejecer en barricas de roble, guardando los vinos en cuevas excavadas en la tierra riojana -calados- y, por último llevar los vinos a grandes distancias y abrir nuevos mercados como, desde hacía unos años, venía practicándose en Burdeos (Francia).
Corría el año 1862 y el técnico galo fue contratado por la Diputación de Álava, con 3000 francos anuales, para modernizar los sistemas de elaboración vinícola de la provincia, recibiendo la ayuda inestimable de la Granja Modelo de Agricultura dirigida por Eugenio Garagarza y también contando con la adhesión y el entusiasmo de algunos cosecheros.
Se comprometía el maestro vinatero a “introducir y practicar en adelante en la provincia de Álava el mismo método seguido en el departamento de La Gironda para todo lo que tiene relación con las viñas, las vendimias, la fabricación de vinos y las operaciones para su conservación durante años”. Y también se hizo constar en su contrato el compromiso que adquiría para difundir todos los conocimientos que el poseía en la provincia de Álava. Con las uvas de aquella vendimia de 1862 se elaboraron, por primera vez, veinte mil cántaras de vino según el sistema de Medoc, comenzando a promocionarse desde entonces lo que se conoció como “Medoc Alavés”.Elnombre de Medoc hace referencia a una denominación de origen controlada de la región vitivinícola de Burdeos donde trabajó Pineau.
La Diputación de Álava prescindió del trabajo del experto francés y Pineau fue contratado por Guillermo Hurtado de Amézaga, marqués de Riscal, para trabajar con el sistema innovador al frente de todo el viñedo y la bodega, como administrador general, junto a Camilo Hurtado de Amézaga, hijo de Guillermo, marqués de Riscal, proporcionándole no sólo los medios sino también la asistencia de técnicos y expertos como Carlos Segovia.
La contribución de Pineau, junto con Segovia, se extendió desde la plantación de cepas nuevas en hondonadas de cincuenta centímetros de profundidad, limpias de piedras y raíces, guiando cada planta con una estaca alejando los racimos de suelo y así evitar enfermedades, etcétera, hasta la eliminación de entrada de hojas y uvas podridas en bodega, en el despalillado del racimo y en el empleo de barricas bordelesas para la elaboración y crianza, impulsando, incluso, la creación de una tonelería en las instalaciones de Riscal, aspecto este último decisivo que fue la base y punto de arranque del oficio de tonelero en toda La Rioja.
En 1889, un año después del fallecimiento de Camilo Hurtado de Amézaga, murió Jean Pineau. Sus restos reposan en el cementerio de ElCiego junto a los de su hijo Carlos, quien fotografió durante años todos los procesos de plantación, ciclo biológico y vinificación del vino de Rioja.