18 de Julio 2013
Rioja, la tierra del vino
Sexta parte
El legado del vino. Emprendedores e ilustres personajes en el nacimiento del vino de Rioja
La aventura empresarial de Luciano Murrieta, Marqués de Murrieta
Decíamos en el capítulo anterior que el Marqués de Murrieta adquiere la finca “Igay”, su “Château Igay”. El château era una explotación agraria de unas 170 hectáreas de extensión en la que se cultivaba la vid principalmente, pero también cereales y olivos. Conviene recordar que el término francés “château” hace referencia a una explotación vitivinícola integral en la que la viña y la bodega forman todo un conjunto. De esta forma, el vino adquiere el carácter de la tierra y el sitio donde se encuentra la bodega.
Sin embargo, el hecho que “revolucionó” la forma de elaborar vino hasta entonces fue el descubrimiento del científico Luis Pasteaur y sus aportaciones a la enología al crear una solución que contrarrestase la bacteria que transformaba el vino en vinagre. En síntesis, Pasteaur propuso dos soluciones: primera, mantener las botellas de vino en posición horizontal para mantener el corcho húmedo y, así, disminuir el flujo de aire; y segunda, calentar el vino de 142 a 145º Fahrenheit durante 30 minutos, consiguiendo la destrucción de toda bacteria.
Los vinos de Marqués de Murrieta, siguiendo el método bordelés, obtuvieron numerosos premios y galardones durante el último tercio del siglo XIX como en la Exposición Universal de París (1878), en la Exposición Provincial de Logroño (1880), en la Exposición Fabril y Manufacturera de Madrid (1884), en la Exposición Vitivinícola de Burdeos (1885), en la Exposición Universal de París (1889), etcétera.
Con la aparición de la filoxera en Francia (1867), las exportaciones de vino de Rioja se incrementaron espectacularmente (la denominada década de oro del vino español de 1882 a 1892, consecuencia también del tratado de Comercio Franco-Español) y numerosas familias y capitales riojanos se asociaron con francesas y vascas creando bodegas pioneras como Marqués de Riscal y la propia Marqués de Murrieta, réplica de los “châteaus bordeleses”, que mejoraron notablemente la viticultura y el proceso de vinificación, plantando cepas foráneas como la merlot y la cabernet sauvignon.
Es indudable que tanto el Marqués de Riscal como el Marqués de Murrieta contribuyeron con sus iniciativas, inversiones en tecnología moderna e industrias a la prosperidad de toda La Rioja, y por ello, y por las numerosas acciones de contenido social y de filantropía del Marqués de Murrieta (creación y sostenimiento de instituciones benéficas, donación de edificios para albergar instituciones benéficas y otras tantas que exceden el contenido de estas breves anotaciones) el Pleno del Ayuntamiento de Logroño le nombró Hijo Adoptivo y Predilecto agradeciéndoselo de esta manera tan ilustrativa:
“Como uno de los hombres que más ha contribuido a la prosperidad de esta región, introduciendo en nuestros procedimientos agrícolas los adelantos de la enología extranjera, europeizando la vinificación en Rioja, que hasta que el Marqués de Murrieta se metió a bodeguero se hacían exactamente igual que en los tiempos de Noé”.
El Marqués de Murrieta, empresario preocupado por sus trabajadores, benefactor incansable, que contribuyó decisivamente a la mejora de la viticultura y el proceso de elaboración y guarda del vino de Rioja y su comercialización, murió en Logroño el 22 de noviembre de 1911 pero su legado continúa.