1 de Julio 2013

Rioja, la tierra del vino

Primera parte

 


Un poco de historia
La Rioja es sin ninguna duda la región vinícola más conocida y nombrada dentro y fuera de España. En La Rioja es posible todavía ver numerosos recipientes de fermentación y restos arqueológicos de lagares y bodegas de la época de la dominación romana. Gracias a estos y otros hallazgos de la época romana tallados en la piedra, se ha constatado que la vid y el vino era una realidad hace más de dos mil años, siendo un importante centro de producción vitivinícola de la antigüedad.
Esta cultura vitivinícola fue mantenida durante la Alta Edad Media gracias, principalmente, a las órdenes religiosas que habitaban conventos y monasterios, haciendo prosperar la viticultura y ocupándose de todo lo relacionado con el universo de la vid y el vino. Será el monasterio de San Millán de la Cogolla donde Gonzalo de Berceo, primer poeta de lengua castellana, ensalzará en sus versos las virtudes del vino riojano, cuyo incipiente comercio local controla el monacato emilianiense. También en un acta de donación según la cual el rey de Navarra transfería tierras de viñedos al citado monasterio de San Millán, viene a confirmar que en la Edad Media ya se cultivaban viñas en el lugar.
De esta manera, centenares de peregrinos que se dirigían hacia Santiago de Compostela para visitar la tumba del apóstol se hospedaban en los monasterios, donde eran obsequiados con el vino, siendo esta la forma en la que se fue propagando el vino de La Rioja por todo el mundo.
En el año 1560 los viticultores riojanos se unieron para acordar la fijación de un distintivo común a sus envases para garantizar la propagación del vino. Un hecho, también muy significativo, fue la creación en 1787 de la Real Junta de Cosecheros, cuyo objetivo era el fomento del cultivo de la vid, contribuir a la mejora de la calidad de los vinos y facilitar la comercialización en los mercados del Norte, siendo su dedicación prioritaria la de construir y mejorar caminos y puentes para unir los pueblos vinateros de La Rioja con Vitoria y con el puerto de Santander.
El vino de La Rioja tenía ya gran fama y la tradición vitivinícola adquiere un perfil diferenciado cuando algunos hombres del mundo del vino introducen nuevos métodos de elaboración y crianza de los vinos y fundan las bodegas, hoy centenarias, en la segunda mitad del siglo XIX. Apellidos de ilustres bodegueros como Camilo Hurtado de Amézaga, Luciano Murrieta o Rafael López de Heredia, constituyen el máximo exponente de la introducción del concepto moderno de calidad en los vinos de La Rioja, con la especialización en producir vinos de calidad criados al estilo del Medoc y comercializados en botella, circunstancia unida a la introducción de la producción en tinas de madera, lo cual permitía que el vino pudiera conservarse bastante bien.