22 de Julio 2013
Rioja, la tierra del vino
Septima parte
El legado del vino. Emprendedores e ilustres personajes en el nacimiento del vino de Rioja
Un clásico revolucionario: R. López de Heredia. Viña Tondonia.
R. López de Heredia Viña Tondoniano sólo es la bodega más antigua de Haro y la tercera de toda la DOca Rioja. También es una de las bodegas más emblemáticas y tradicionales, pero revolucionarias en sus inicios y planteamientos hace 150 años, que podemos visitar en La Rioja.
Rafael López de Heredia y Landeta nació en Santiago de Chile en 1857, en el seno de una familia vasca de arraigadas convicciones tradicionales. Por una serie de desgracias familiares sucesivas, en 1872 viaja a España mientras reinaba Amadeo de Saboya en uno de tantos momentos delicados de nuestra convulsa historia. Participó en la Tercera Guerra Carlista alcanzando el grado de Teniente de Infantería, teniendo que exilarse en Nantes (Francia) al terminar la guerra en 1876, desde donde se fue a Burdeos y después a Bayona. Tras cursar estudios sobre economía y negocios en Bayona durante un año, un empresario francés -ArmandHeff-, que posee un negocio de cereales y vinos en España, le ofrece un puesto de trabajo en Haro (La Rioja).
La terrible plaga de la filoxera está diezmando el viñedo francés y la demanda de vino español en Francia crece de manera exponencial. Estamos en 1877, y López de Heredia y el empresario galo Heff inician la construcción de una bodega en terrenos del hoy conocido como Barrio de la Estación en Haro. Su espíritu tenaz, audaz y emprendedor, le lleva en 1884 a embotellar vinos por primera vez, siendo premiados en la primera exposición vitivinícola celebrada en La Rioja. Dos años más tarde, en 1886, adquiere la parte del negocio de su exjefe Heff y se queda sólo al frente de la bodega.
En 1887 levanta la construcción que será el icono de la bodega que hoy podemos contemplar con ese estilo arquitectónico tan peculiar -suizo para algunos- y esa torre que se denomina TxoriToki (casa de pájaros en euskera), auténtico mirador que resulta espléndido para ser fotografiado desde numerosos ángulos y que, dando la bienvenida al visitante, simboliza de alguna forma el empuje y la pujanza de una empresa que va a exportar sus vinos por medio mundo.
La actividad infatigable de López de Heredia le lleva, en primer lugar, a iniciar la excavación de los calados en 1890, con 3.400 metros cuadrados de bodega subterránea. En segundo lugar, a instalarse en Madrid, en el edificio que se convertiría en la sede central de Banesto, en la confluencia de las calles Alcalá y Sevilla, instalando en sus bajos un almacén y un despacho de vinos. Aunque reside en Madrid, está permanentemente informado por correspondencia y mantiene el control de su empresa. El paso definitivo de López de Heredia fue la materialización y reconocimiento de la marca identificadora de sus vinos a través de la creación de la etiqueta que lo identifica como valor esencial y prestigia su nombre en el mercado.
En 1906 adquirió por compra algunos viñedos en Hondón, lo que hoy conocemos por Viña Tondonia, época en la que nadie deseaba cultivar la vid por la crisis de la filoxera que estaba en pleno auge. Sin embargo, López de Heredia no sólo no se acobardó sino que “se vino arriba” y continuo adquiriendo pequeñas parcelas de viñedos en la zona junto al río Ebro planificando sus cultivos hasta 1931 y manteniendo una tenaz batalla contra el insecto filoxérico. Asesorado por expertos del momento, optó por plantar variedades autóctonas, mejor adaptadas, y rechazar las bordelesas. López de Heredia alumbraba así el vino que él mismo venía concibiendo desde hacía años: Viña Tondonia.
Viña Tondonia se lanzó al mercado insertando publicidad en todos los lugares imaginables de entonces (además de toda la prensa escrita, en tranvías, trenes, en uno de los pocos automóviles de entonces que compró en el que, con su propio diseño, un gran tino de roble servía de cajón donde se llevaban las botellas de vino para su distribución a los comercios.
En plena contienda de la guerra civil española Rafael López de Heredia Landeta murió en 1938. Su legado y su proyecto son una realidad plenamente vigente hoy, 150 años después, gracias a la segunda y tercera generación de sus descendientes.
Viña Tondonia es todo un clásico hoy. Si, de acuerdo, pero paradojas de la vida: un clásico revolucionario.