24 de Octubre 2013

Genios españoles desconocidos: Jerónimo de Ayanz y Beaumont
1606 – El empleo del vapor para desaguar las minas
Segunda parte

 

El desbordante genio creativo de Ayanz hizo lo que ni tan siquiera Da Vinci había conseguido en pocos años, al extremo de que en un corto período de tiempo (1598-1602) ideó, creó y puso en marcha la mayor parte de sus invenciones. Dieron fe de ello los doctores Juan Arias de Loyola y Julián Ferrofino, dos de los científicos más prestigiosos del Reino por entonces. Al parecer, en marzo de 1602 fueron a visitar y comprobar las invenciones a la propia casa de Ayanz que residía en la calle Cadena, en Valladolid.
La sorpresa, fascinación y admiración por todo lo que habían visto fue reflejada en un informe que elevaron al Rey. Entre algunas de las creaciones que pudieron ver destacan la construcción de un sumergible con madera calafateada. Se cerraba herméticamente y disponía de un sistema de contrapesos para sumergirse y salir a superficie, renovando el aire con un sistema que contenía agua de rosas; balanzas de una increíble precisión; hornos utilizados en los barcos que zarpaban a América, con destilador de barro que eliminaban malos sabores al destilar el agua marina para su consumo por los navegantes; máquinas capaces de realizar múltiples operaciones industriales, etcétera.
Pero lo que más poderosamente llamó la atención de los visitantes fue que al entrar en una de las salas comprobaron cómo salía aire de unos artilugios que se encontraban detrás de un gran jarrón con flores. Eran una especie de difusores de aire fresco que mantenía la estancia. No deban crédito a lo que estaban viendo. Aplicó ese mismo efecto para enfriar el aire al intercambio con nieve y dirigirlo al interior de las minas.
Con este ingenio Ayanz pretendía renovar el viciado aire de las minas, y los visitantes se encontraban delante de un invento que fue el precursor de los sistemas de aire acondicionado. Este invento se puso en práctica en la mina de plata de Guadalcanal, en Sevilla, abandonada precisamente por las constantes inundaciones cuando él se hizo cargo de su explotación años después.
Ayanz fue regidor en Murcia y también gobernador de Martos, provincia de Jaén, donde conoció muchas de sus minas.Después de efectuar una paciente labor de estudio y buceo en distintos archivos y legajos para descubrir minas abandonadas, decidió seguir viejos mapas y
comprobar “in situ” en diferentes minassi merecía la pena reabrirlas para su explotación.

Corría el año 1587 cuando fue nombrado Administrador General de Minas del Reino, puesto para el que buscaban “un hombre práctico, de experiencia, ciencia y conciencia”.Un total de 550 minas que debía administrar, visitando todas y cada una de ellas en un periplo de dos años, en condiciones durísimas y extenuantes. La mayor parte de las travesías y rutas las hacía en mulas por terrenos casi inaccesibles, estando a punto de morir ahogado por respirar gases tóxicos en algunas minas, salvándose gracias a su complexión hercúlea. Sin embargo, algunos de sus ayudantes perecieron en el interior de algunas de ellas.
Con la finalidad de descontaminar el aire del interior de las minas y desaguar las galerías,Ayanz inventó un sistema de desagüe mediante un sifón con intercambiador, haciendo que el agua contaminada de la parte superior que procedía del lavado del mineral, proporcionará la energía necesaria para elevar y desaguar el agua de las galerías. Este sistema, basado en el principio de la presión atmosférica, empleaba la fuerza del vapor para propulsar el agua acumulada por una tubería, extrayéndola al exterior en un flujo continuo.Ello significó adelantarse casi cien años a la creación de la máquina de vapor de Watt y aplicar el principio de la termodinámica.
Nació en Navarra y la parca se lo llevó un 23 de marzo de 1613 en Madrid, donde residía y, al parecer, se había dedicado a la explotación de un pequeño yacimiento de oro cerca de El Escorial. Fue una persona polifacética, pero sobre todo un inventor que siempre intentó que todas sus creaciones tuviesen una aplicación industrial y una utilidad social. Estas líneas son un pequeño recuerdo a la memoria de uno de los nuestros: uno de los grandes genios españoles desconocidos que tanto hizo por la ciencia y la tecnología en general, y por la minería en particular.