ABRIL 2016
Los vinos de Málaga y su Denominación de Origen - Primera parte
Hablar de los vinos de Málaga es hablar de los vestigios de una historia que se remonta a los fenicios (siglo VIII a.C.), pueblo viajero y de comerciantes que llevaron a Málaga las primeras cepas, plantaron vides y elaboraron y comercializaron los primeros vinos de Málaga. Los griegos y romanos continuaron con la actividad productora y comercializadora introducida por los fenicios, dejando numerosas muestras y su impronta de su actividad vitivinícola. Durante el período musulmán, desde el año 711 d.C., existen numerosos testimonios de la gran importancia del viñedo y de su comercio. Ya en tiempo de los Reyes Católicos, y con la incorporación de Málaga a la Corona de Castilla, se decide regular y potenciar la producción de vino, promulgando en 1502 la primera Cédula Real sobre el vino de Málaga, vedando la entrada de otros vinos y protegiendo los suyos propios hasta que, finalmente, en tiempos de Felipe III, y para mantener esas prerrogativas reales, los vinateros se constituyeron como Hermandad de Viñeros. El 8 de mayo de 1552, la ciudad de Málaga dicta unas ordenanzas a las que deben sujetarse los taberneros. La presencia de los vinos de Málaga se hace patente y resalta su prestigio en las cortes europeas más importantes como Francia, Inglaterra, Rusia y Flandes, siendo un importante recurso para allegar fondos a las arcas de la ciudad. A este respecto, baste con citar la anécdota ocurrida en 1791, cuando el embajador de España en Rusia, señor Gálvez, obsequió a la zarina y emperatriz Catalina II, con unas cajas de vino de Málaga, y fue tal el placer que le causaron que eximió de impuestos a todos los vinos de Málaga. En los siglos XVIII y XIX, el viñedo malagueño conoce su gran expansión, alcanzando notoriedad y fama mundial, y siendo exportados a numerosos mercados extranjeros. Por ello, la ciudad se transformó en un gran centro industrial y de comercio, siendo uno de los lugares más importantes de exportación. Sin embargo, en 1876 hubo de venir un insecto desde Norteamérica para devastar los viñedos europeos: la filoxera. Desde la comarca de la Axarquía comenzó a propagarse y arrasó más de 200.000 cepas en menos de dos años. Lo cierto es que la gran virtud de Málaga acabó convirtiéndose en el mejor aliado de la filoxera, debido a su intensa actividad comercial con el exterior y clima privilegiado. Afortunadamente, en 1891 se inició el lento renacimiento del viñedo malagueño, siendo su principal artífice el porta injerto obtenido por hibridación de las vides norteamericanas que habían demostrado una resistencia contrastada contra el temible insecto. Con objeto de asegurar la calidad de los vinos de Málaga, velar por los intereses generales del comercio de vinos y garantizar la legitimidad de los vinos que se exportaban por medio de un sello de origen, el 1 de julio de 1900 se publicó el Reglamento de la Asociación Gremial de Criadores Exportadores de Vino de Málaga. En 1933 se creó el primer Consejo Regulador de la entonces Denominación de Origen Málaga, aprobándose finalmente su primer Reglamento el 20 de octubre de 1937 y siendo el segundo que se aprobó en España, después del Reglamento de Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda aprobado dos años antes. En el año 2001 se protegen nuevos tipos de vinos con la Denominación de Origen “Sierras de Málaga”, viniéndose a llamar el Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen “Málaga” y “Sierras de Málaga”. Por último, y en cuanto a las estructuras que regulan la elaboración del vino en Málaga, en el año 2004 se produce la fusión entre el Consejo Regulador de las DO “Málaga” y “Sierras de Málaga”, y el Consejo Regulador de la DO “Pasas de Málaga”, dando como resultado el actual Consejo Regulador de la DO “Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga”, cuyos principales objetivos son los siguientes: obtener la máxima calidad de sus productos, mejorar la promoción y fomentar el desarrollo económico de las zonas de producción