ENERO 2016
Biodiversidad y entorno de la vid
13 Enero 2016
La más importante institución pública de investigación científica en España, tercera de Europa y séptima del mundo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas -CSIC-, con más de 120 centros de investigación repartidos en España, 11.000 empleados y más de 1.500 grupos de investigación, cuyo objetivo primordial es la generación de conocimiento científico en cualquier ámbito del saber, ha expuesto durante casi tres meses una breve síntesis de los dos últimos siglos de investigación sobre la vid y el vino en el Real Jardín Botánico de Madrid. Desde un punto de vista multidisciplinar y multisectorial, y a través de distintos paneles informativos, muestra de objetos, utensilios, instrumentos, bienes de equipo, etcétera, ha quedado patente que la vid y el vino no sólo son un cultivo y un alimento de importante contenido económico para nuestro país, sino que también se encuentran relacionados íntimamente con nuestras tradiciones, nuestra cultura y nuestra vida cotidiana, especialmente en el medio rural. Las variedades de vid cultivadas pertenecientes a la especie Vitis vinífera, proceden de la vid silvestre que crecía en los bosques de una extensa área geográfica que comprende Europa, Asia Occidental y el Norte de África hace algunos miles de años. En la naturaleza se fueron produciendo cruzamientos de manera espontánea, adaptándose a diversas condiciones de clima y suelo, aparición de enfermedades y plagas, así como a la mano del hombre que, durante siglos, ha ido seleccionando las que mejor se adaptaban a sus necesidades y gustos. La aparición de miles de variedades en distintos puntos de las zonas antes citadas representa un ejemplo sin par de como las viníferas constituyen uno de los mejores ejemplos de biodiversidad y adaptación al medio, siendo un excelente modelo de domesticación de una planta por el hombre. Llegados a este punto, hay que marcar un hito en la contribución al estudio científico de la vid por parte del maestro, autodidacta, erudito y científico, Simón de Rojas Clemente y Rubio (1777-1827), quién bajo la protección y tutela del maestro científico Antonio José Cavanilles (1745-1804), fue el primero en desarrollar y utilizar un método científico de descripción y utilización de las variedades de vid en el mundo, siendo también él quién dio el nombre de Ampelografía a esta especialidad de la botánica. Una gran parte de los caracteres descriptivos que el botánico Simón de Rojas propuso hace más de 200 años, siguen actualmente vigentes en la lista de descriptores de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) que, además, utilizan ampelógrafos de todo el mundo. La vid es considerada una de las plantas más complejas y con más capacidad de adaptarse al entorno que la rodea, siendo la planta sobre la que el hombre ha sido capaz de ejercer el mayor dominio y protección, habiéndola sometido a innumerables tipos de podas para facilitar su manejo, obtener mejor más y mejor producción y, además, mejorar la calidad y variedad de sus frutos. En definitiva, la ha domesticado. Hay que tener en cuenta que la vid es una liana que precisa de apoyo para su crecimiento, siendo sometida por el hombre a múltiples sistemas de conducción, desde el más simple y rudimentario -una sencilla estaca- a los de sofisticadas estructuras de postes y alambres. Además, la ha plantado y adaptado a suelos, climas y orografías totalmente distintas, desarrollando técnicas que han ido compensando los factores limitativos de su desarrollo, luchando contra los elementos con el fin de protegerla de efectos perjudiciales, pero también potenciando aquéllos otros que pudieran beneficiarla. Aquí tenemos, sin duda, un ejemplo excepcional del vínculo planta-hombre-entorno que puede alcanzarse y que casi con toda seguridad sólo lo constituye una planta, la vid.