En un análisis somero sobre la situación del sector del vino español, los aspectos y variables que más relevancia y proyección pueden tener son los siguientes: superficie del viñedo español, producción, consumo, bodegas y exportaciones e importaciones. En cuanto a superficie de viñedo, España es el país del mundo que más superficie dedica al cultivo de la vid (967.773 ha en 2015 según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Magrama), lo que supone casi el 14 por ciento de la superficie mundial (Organización Internacional de la Vid y el Vino, OIV) y casi el 30 por ciento de la superficie europea, siendo dedicada la mayor parte del viñedo español a la obtención de uva para vinificación. En este aspecto, y debido a la PAC, así como al régimen voluntario de arranques y al bajo precio de la uva, la reducción de superficie del viñedo ha sido constante desde 1986, fecha de incorporación efectiva de España a la UE. Respecto a la producción de vino, en la campaña 2015 España ha sufrido un leve descenso bajando de los 41,6 millones hl de 2014 a los 40,6 millones de hl, ocupando el tercer puesto en el ranking de la producción de vino a nivel mundial, por detrás de Francia e Italia, primer y segundo puesto del ranking mundial respectivamente. En líneas generales se observa una leve tendencia descendente en los últimos años, con alguna excepción, teniendo, aproximadamente, un 15 por 100 de la producción mundial de vino. Según datos del Informe del Consumo de Alimentación en España 2014, el consumo per cápita de vinos y espumosos se situó en 8,93 litros por persona y año, disminuyendo un 3,2 por ciento en comparación con 2013. Si analizamos estos datos con los de producción, se colige que España produce casi cinco veces más de lo que consume, mientras que Francia consume, aproximadamente, el 60 por ciento e Italia produce casi el 50 por ciento de lo consumido. Entre los motivos destacados para este desplome del consumo de vino en España que se viene produciendo desde hace años, se encuentran la fuerte competencia por parte de otro tipo de bebidas así como el precio más barato de estas (caso paradigmático de la cerveza), la situación generalizada de crisis económica de los últimos años, las medidas restrictivas en materia de alcohol, la ausencia de campañas informativas sobre el vino y sus efectos saludables consumido con moderación y los excesivos márgenes de comercialización que establecen algunos establecimientos de hostelería, restauración y catering sobre el vino. Sin duda alguna, el sector del vino es uno de los más atomizados, también uno de los sectores que mayor competencia existe con más de 5.000 bodegas en España aunque, no es menos cierto que en los últimos años se ha producido una reducción en el número de ellas, a consecuencia de la crisis económica y, por supuesto, por el descenso continuado en el consumo interior de vino. La exportación de vino en España ha cambiado sustantivamente en los últimos veinte años, triplicando sus ventas de vino en el exterior, ampliando y abriendo nuevos mercados en su distribución geográfica así como en su estructura de ventas y, no obstante ser España líder mundial de exportaciones en volumen, con 22 millones de hl en 2014, la asignatura pendiente continua siendo el bajo precio de venta asociado a la salida de excedentes y grandes producciones de vino, siendo, a juicio de todos los analistas y operadores del sector, uno de los grandes retos no del futuro, sino del presente inmediato, en unión del incremento del consumo interior. Por último, en el capítulo de importaciones, y siendo España una de las grandes potencias exportadoras, sus importaciones son muy reducidas y se centran, mayoritariamente, en la importación de champagne francés aunque también, en los últimos años se está produciendo un notable incremento de importación de vinos provenientes de Chile, Argentina y otros países del Nuevo Mundo aunque, realmente, sea una cifra muy reducida en relación con el volumen y valor de las exportaciones presentando, sin duda, un saldo comercial muy favorable en este ámbito.