JUNIO 2016
El paisaje del viñedo como recurso enoturístico
Tradicionalmente el paisaje, como una combinación de aspectos naturales, funcionales, históricos y culturales, ha sido y es un atractivo de primera magnitud para el turismo en general, al margen y con independencia de las bellas descripciones y relatos que sobre el paisaje han dejado escritores de algunas corrientes literarias, especialmente del romanticismo, naturalistas y viajeros en general.
De la misma forma que la arquitectura de las bodegas, sus diseños, sus calados e instalaciones y, en general, el conjunto de sus edificaciones, constituyen elementos que conforman un patrimonio material que para el Enoturismo es un recurso turístico, el paisaje en cuanto elemento de identidad de un pueblo y su cultura forma parte del patrimonio vitivinícola de una región, una zona o una comarca, pudiendo instrumentarse como otro recurso de primer orden estrechamente vinculado a un territorio y a toda una cultura inmaterial del viñedo y el vino.
La importancia del paisaje vitivinícola, como una muestra de los procesos biológicos, ecológicos, etnográficos, etcétera, ha llevado a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), a declarar como Patrimonio de la Humanidad, entre otros, algunos paisajes del viñedo como los de la Costa de Amalfi en Italia, Saint Emilion en Francia, la región del Alto Douro en Portugal y la región de Tokaj en Hungría.
Este reconocimiento y puesta en valor del paisaje del viñedo por la citada organización internacional en estos casos concretos, así como de forma generalizada para el paisaje del viñedo en su conjunto, pone de relieve que este recurso guarda relación entre la actividad humana de la agricultura en general, en este caso sobre la viticultura, y la transformación del propio paisaje pues, en efecto, el paisaje del viñedo es una paisaje en continua evolución y transformación gracias a la actividad del ser humano como, al efecto, se aprecia en todos los paisajes abancalados -en terrazas- de la zona del Douro portugués o en la Ribeira Sacra española.
Por ello, es fácil colegir que el paisaje vitícola es un recurso que en sí mismo considerado, como patrimonio natural y cultural que es, posee valores no sólo de contenido económico (sustento y forma de vida de una importante parte del sector primario) e histórico (forma tradicional del desarrollo de la actividad agraria y, de forma singular, vitivinícola), sino también culturales, estéticos y recreativos que producen efectos y sensaciones de bienestar en quienes tienen la posibilidad de contemplarlos y vivirlos.
En resumen, el paisaje del viñedo como recurso de gran atractivo y alto valor, no ha de tomarse como un recurso aislado sino que de integrarse con otros recursos en una oferta conjunta sobre cualquier espacio, zona, comarca o región vitivinícola.