JUNIO 2018
Navalcarnero,villa histórica del vino - Segunda parte
27 Junio 2018
Alcanzado el siglo XIX, en 1.811, durante la Guerra de la Independencia, un regidor de la Corporación de Navalcarnero algo afrancesado decía que “de vino se podía dar a cada soldado diez raciones, pues si se soltaban las canillas podían mover molinos”, extremo que daba cuenta de la abundancia en la producción de vino. Sin embargo, una de las graves consecuencias de la guerra contra el invasor galo fue el abandono del cultivo de la vid y, tal preocupación y gravedad presentaba la situación que el Concejo de Navalcarnero en 1.816 se vio en la necesidad de dictar unas Ordenanzas para proseguir con la actividad vitivinícola para que, se decía, “este vecindario no experimente su total ruina, que ya se mira tan cercana”.Estas palabras en su literalidad y contexto reflejan la decadencia y gravedad de la situación económica, social y de toda naturaleza en el municipio, con especial hincapié en la actividad vitivinícola por la trascendencia que la misma tenía para el devenir inmediato de sus habitantes.
En las citadas Ordenanzas, y en lo que a la viña y al vino interesa, se manifiesta el total abandono de más de las cuatro quintas partes del total del viñedo de Navalcarnero, haciendo denuncia expresa contra el ganado por comerse las hojas y roer los sarmientos en las tierras, prohibiéndose el acceso de la ganadería en los viñedos entre el uno de febrero y el uno de noviembre, castigándose la infracción con severas multas e incluso, en caso de reincidencia, con penas de cárcel. También, y con objeto de conocer la situación y características de los majuelos, se creó un registro de plantíos ubicado en el ayuntamiento y en el que todos y cada uno de los propietarios debían registrar su heredad, estableciéndose medidas protectoras, como en siglos anteriores, de la producción propia frente a vinos de otros lugares excepto para el caso de agotamiento de la producción local. Por último, y para el más fiel cumplimiento de lo mandado, se creó un cuerpo de guardas vinateros, bajo las órdenes de un guarda mayor, cuyos salarios eran costeados por los cosecheros en proporción al número de cepas y producción de vino.
En 1.849, en el Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de España, de Pascual Madoz, y después de un período muy difícil para la población, se constata que el vino era el principal recurso económico de la real villa, y que la situación se iba solucionando y encarrilándose gracias a la venta de las uvas en la Villa y Corte y, especialmente, al comercio de sus vinos que eran muy apreciados.
La calidad y el reconocimiento de los vinos de Navalcarnero no solo eran reconocidos en la Villa y Corte madrileña. Sus vinos fueron presentados en la Exposición Vinícola Nacional de 1.877 y obtuvieron 64 premios y diferentes menciones, siendo los más premiados de la provincia. El paso hacia la internacionalización se alcanzó en la Feria Internacional de París de 1.878 donde el vino de Navalcarnero consiguió dos medallas
de plata y, años más tarde, en 1.883, consiguió en otro evento Internacional del Vino en Ámsterdam una medalla de bronce.
En 1.887, Joaquín Bausá, médico titular de la real villa, estudioso del vino y del comportamiento de sus convecinos, cuenta que con respecto a la vid las cosas han mejorado notablemente en todos los órdenes desde las Ordenanzas de 1.816 (a grandes males, grandes remedios), tanto en el aumento de la superficie cultivable como en la producción de tintos, blancos y moscateles entre otros, calidad, reconocimiento y prestigio de sus vinos, variedad (tinta aragonesa o garnacha y blanca malvar), premios nacionales e internacionales y reconocimiento general en toda España de la calidad y prestigio de los vinos del municipio.
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