MARZO 2018
La vid y el vino en la Ribeira Sacra: una historia multisecular - Segunda parte
21 Marzo 2018
El paisaje del cultivo agrícola y, específicamente vitivinícola, reviste una forma de cultivo muy curiosa sobre las pendientes de los ríos Sil, Miño en ciertos tramos, Bibei, Navea….. aconsejada por la experiencia e impuesta por la necesidad de detener las tierras con muretes escalonados, formando gradas, peldaños o bancales más o menos elevados en terrenos de pendientes extremas con la finalidad de que las tierras no sean arrastradas por lluvias torrenciales. Esto se conoce con el nombre de socalco o muro que forma bancales en terrenos de extrema pendiente para que las tierras no sean arrastradas por las lluvias.
En estos casos, el trabajo que esta situación impone a los trabajadores resulta extraordinariamente penoso pues tienen que cargar al hombro sobre sus espaldas y por estrechísimos senderos y extremas pendientes el producto de los cultivos y, singularmente, el fruto de las vides. Aquí en este contexto, para medir y valorar el trabajo diario de un hombre se crearon unas unidades específicas de medida denominadas “cavadas”, que miden el trabajo en función de determinados factores como la superficie que dependerá de la dificultad y grado de inclinación del terreno y la accesibilidad. De esta forma, dificultad del terreno, pendiente y accesibilidad transforman la unidad de tiempo en superficie, forma y propiedad, siendo un buen trabajo de una jornada quien atienda a cien cepas.
Parroquias, aldeas y otros asentamientos de población de la Ribeira Sacra poseen características que se encuentran condicionadas por circunstancias como la orografía, la singular atracción que supusieron los monasterios y la explotación de las actividades agrícolas con especial atención al vino, porque las riberas del vino formaban y forman zonas territoriales marcadas por el dominio de montaña, con fuertes contrastes ambientales entre las tierras bajas y las tierras altas.
Es frecuente que las vides se encuentren alejadas de los núcleos de población, habiendo transformado algunas laderas mediante socalcos de poco fondo en las inclinaciones de los valles encajados. Por eso, y debido a la distancia entre alojamiento y cultivo, así como a la dificultad de acceso, se han ido construyendo edificaciones apoyadas en uno de los muros de los socalcos con el fin de instalar el lagar y la bodega.
El cultivo de la vid y la producción de vino incide, pues, en el paisaje como entorno de los asentamientos rurales tradicionales, variando en toda la zona entre la cercanía de los cultivos, el mosaico de distintos productos en núcleos con cosechas reducidas y la concentración de áreas específicas de vino en terrenos alejados de pueblos y aldeas que, casi siempre, están rodeadas de un perímetro de monte bajo. Otra característica de los territorios del vino en la Ribeira Sacra son la combinación de hendiduras de riachuelos cortos o espolones pétreos con claros o reductos cultivables de vides. También, en algunas ocasiones, el conjunto de antiguas aldeas
se disponen en plataformas aplanadas por encima del curso fluvial, alejadas de la zona vitícola y en medio de un entorno de campo, aprovechando la suavidad de la orografía para colonizar valles secundarias con otras pequeñas aldeas próximas entre ellas con la finalidad de formar asentamientos más grandes y compactos de población.
En la Ribeira Sacra, más que en otros territorios, la adaptación resulta primordial y definitiva debido a su orografía, la orientación, marcada hacia el mediodía y condicionada en su emplazamiento, con pequeños núcleos de población muy próximos entre ellos, en contextos de fuertes pendientes, y las edificaciones en pequeños llanos o zonas de valle alto rodeadas de campos y cultivos de cereal y pastos de reducidas pendientes. Una imagen representativa que es fácilmente reconocible por su singularidad, las elevadas pendientes de sus cañones y los aterrazamientos o bancales en los que prospera con éxito, merced al trabajo de sus habitantes, el cultivo de la vid.
La casa labriega de los valles del los ríos Miño y sil se caracterizan, además de por su forma rectangular, por la posibilidad de obtener espacios para la conservación del vino, con accesos por patines o pasillos de escasa altura y de cierta amplitud que colaboran a las tareas agrícolas. Tienen función de vivienda, bodega y establo separadas por muros estructurales con escasas divisiones y, en su caso, en las más complejas, con divisiones en cuartos, sala y cocina. Los materiales de construcción, principalmente de piedra, responden a la naturaleza pétrea del suelo, siendo innecesaria la cimentación.
Las aperturas y huecos son de pequeño tamaño en general y con marcos de madera, siendo el mayor de los huecos la puerta de acceso a la bodega, en la que también se disponen de rejas practicables.
(………………………..)