FEBRERO 2020
Evocaciones mineras. El complejo minero del Cabezo Rajao en La Unión. Cuarta parte
25 Febrero2020
La Sierra de Cartagena o “Sierra Minera”, donde se encuentra el complejo minero del Cabezo Rajao, tiene una extensión aproximada de unos 50 km2 entre los municipios de La Unión y Cartagena. Es una zona de especial y variado interés mineralógico (aprovechamientos principales de plata, plomo, cinc y hierro) y complejidad tectónica que se extiende al Este de Cartagena, hasta el Cabo de Palos, limitada al Sur por el mar Mediterráneo y al Norte por la parte sur del Mar Menor, los Llanos de El Algar y los cabezos (afloramientos de rocas y depósitos que forman cerros altos y aislados de origen volcánico) de Ventura y La Fraila, formando una franja de unos 25 km de largo con un ancho medio de unos 6 km.
Esta zona constituye, sin duda, unos de los distritos mineros más importantes de España, repleta de numerosas labores y restos de explotaciones antiguas, especialmente romanas, que representa un singular paisaje horadado por la actividad extractiva minera Casi toda su superficie se encontraba registrada y demarcada en el siglo XIX, con 13.000 hectáreas concedidas y un millar largo de minas que desde hace siglos ha producido importantes cambios en la topografía a consecuencia de las explotaciones mineras.
El complejo del Cabezo Rajao, situado en el municipio de La Unión, es uno de los puntos más importantes de la minería romana,así denominado por tratarse de la explotación de un filón superficial de galena que, después de ser vaciado a pico por esclavos, dejó a la vista una gran raja en la zona que dio nombre al cabezo. Los romanos explotaron la zona durante aproximadamente cinco siglos, hasta el siglo III d.C., época en la que comenzó la decadencia de la minería de la Sierra Minera.
Fue breve el dominio del pueblo cartaginés pues, en el año 209. a.C., el militar romano Publio Cornelio Escipión arrojó a los cartagineses de Cartagena, la nueva Cartago Nova. La importancia de la ciudad se fundamentó en dos factores: el primero, debido a la riqueza y trascendencia minera de la zona y, el segundo, gracias al singular y extraordinario emplazamiento que, merced a su topografía, como una pequeña península entre el mar y una laguna interior le permitía una fácil y estratégica defensa.
El Conjunto del Cabezo Rajao se sitúa en los términos municipales de Cartagena y La Unión, al Norte del km 6 y 8 de la carretera N-332, concretamente en el cruce de La Esperanza, lugar que delimita ambos términos municipales, delimitado al Norte por El Garbanzal, al Este por Lo Tacón, al Sur por La Esperanza y al Oeste por Las Pedreras y Lo Borricén.
Al recorrer detenidamente el complejo minero del Cabezo Rajao se hace involuntariamente un viaje interior retrotrayéndose al tercer tercio del siglo XIX y la mitad del siglo XX, cuando se produjo el auge de la minería en el distrito de la Sierra Minera. Por aquél entonces, cientos de trabajadores extraían de las entrañas de la tierra las menas de plomo y blenda de la mina Nuestra Señora de Monserrat, una de las dos que, junto a la mina Imperio, integraban el Cabezo Rajao. La población de La Unión llegó a ser de 36.000 almas y la riqueza minera elevó considerablemente el nivel de vida de los habitantes del distrito minero y de los inmigrantes atraídos por la oferta laboral existente.
En el complejo minero del Cabezo Rajao se encontraban, como se ha dicho, las minas Iberia y Nuestra Señora de Monserrat. El espectacular castillete metálico de la segunda era y es metálico y daba servicio a un pozo de 455 metros de profundidad distribuidas en 15 plantas, con un desnivel mínimo de 5,99 metros entre las plantas 11ª y 12ª (323,08 y 329,07 metros respectivamente), y un desnivel máximo de 59,62 metros entre las plantas 13ª y 14ª (361,23 y 420,85 metros respectivamente).
A lo largo del complejo del Cabezo Rajao y en lamentable estado de abandono y ruina de un patrimonio industrial y cultural inmaterial único, podemos contemplar los castilletes de ambas minas, Imperio y Nuestra Señora de Monserrat, con sus bases y salas de máquinas, así como las magníficas chimeneas. Recorriendo la que otrora fuera una espléndida nave de tratamiento se encuentra la imponente maquinaria del molino de bolas, así como los lavaderos y torretas de trituración del mineral con restos de edificaciones y de las celdas de flotación en madera, como se recoge en el reportaje fotográfico que acompaña a estas notas.
Sirvan las palabras del que fuera inspector del distrito minero de Cartagena-La Unión, don José de Monasterio y Correa, para concluir:
La flamante industria minera trajo en 1850 a esta olvidada provincia y, especialmente a Cartagena, “…..donde despertó una vida bulliciosa y feliz, una actividad casi fabulosa en las artes y oficios, una animación extremada en los semblantes, debido todo al movimiento que imprimen las ruedas de esa gran máquina, que agitada de continuo por un poderoso resorte, el desarrollo de la industria, transforma el aspecto de un país, haciendo de un erial una aldea, de una aldea un pueblo, y de un pueblo una populosa ciudad”. Amén.