MAYO 2020
La estrategia de innovación e internacionalización del vino
20 Mayo 2020
La Plataforma Tecnológica del Vino es, además de una asociación, un lugar de encuentro dirigido a todos los agentes presentes en el sector del vino con la finalidad principal de sumar fuerzas y sinergias para impulsar la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (I+D+i), integrando en su actividad a los distintos operadores del sector vitivinícola de la forma siguiente:
→ Cadena de Valor: sector bodeguero, de industria auxiliar, industrias corcheras, toneleras, etcétera.
→ Partes interesadas: empresas, asociaciones empresariales, consejos reguladores de las denominaciones de origen, universidades, estaciones enológicas, instituciones públicas y privadas, centros tecnológicos y de investigación, etcétera.
Su ámbito se extiende a todo el territorio nacional y responde a una proyección de internacionalización del sector. El sector vitivinícola español, junto con otros productos agroalimentarios como el aceite de oliva, tiene un papel relevante en relación con el crecimiento económico y la imagen exterior de España.
Pero exportar no es lo mismo que internacionalizar la venta de vino para cualquier bodega del sector. En efecto, se puede exportar a uno o varios clientes de forma puntual, fija, discontinua e, incluso, de forma periódica, sin tener un plan global de internacionalización en nuestra bodega. La internacionalización supone poner en marcha un largo y costoso proceso gradual que pasa por distintos niveles de compromiso, utilizando para ello las herramientas de marketing y comerciales adecuadas creadas “ad hoc” para su implementación en la bodega.
Entre algunos de los factores que pudieran fomentar, promover e impulsar la implantación y puesta en marcha de un plan de internacionalización en la actualidad, destacan los siguientes: en primer lugar, el acusado descenso del consumo de vino en España que viene produciéndose desde hace dos largas décadas. En segundo lugar, la competencia que viene produciéndose a nivel internacional con los vinos de los países productores del “Nuevo Mundo”, sin perder de vista la competencia con otros países tan cercanos del “Viejo Mundo”.
A los factores aludidos anteriormente, se suman, en tercer lugar, la situación en el descenso del consumo producido en los sectores de la restauración y la hostelería en los últimos ocho meses a consecuencia de la pandemia del coronavirus, Y, en unión a todo esto, hay que destacar el auge emergente de nuevos países consumidores en los últimos años (v.gr. China) y las barreras arancelarias norteamericanas que afectan muy directamente a algunos de nuestros productos esenciales del sector primario como el aceite y el vino.
A través de una larga historia y tradición, el sector vitivinícola está sumándose a todos los avances tecnológicos que están permitiendo tecnificar toda la cadena de valor del vino desde su inicio, es decir, desde el mismo viñedo hasta el consumidor.
No puede desconocerse que el viñedo, como el olivo, son elementos esenciales en el desarrollo rural sostenible de muchos territorios, generando nuevos empleos, directos e indirectos, y coadyuvando al equilibrio territorial y mantenimiento del entorno y el paisaje, ofreciendo de manera simultánea un producto perfectamente vinculado con nuestra cultura y la dieta saludable mediterránea.
En definitiva, el vino es un producto alimenticio clave en el desarrollo rural y en la fijación de población en el medio rural que, merced a una cierta saturación del mercado doméstico y fuerte competencia interior, tiene que proyectar su buen hacer y la calidad del producto en el mercado internacional tanto a nivel de estrategia de país como a nivel de empresa.