Mitos en el mundo del vino:  Borgoña

2ª parte

El sistema de las denominaciones de origen de la región de Borgoña tiene su clara rivalidad con la región de Burdeos por la fama de ser modélico en el planteamiento francés del vino. Las denominaciones de origen se estructuran por categorías de calidad, según un sistema o modelo denominado de coronas geográficas. Así, existen denominaciones ordenadas, según valoración, regionales, municipales y de grand cru, y dentro de las llamadas Denominaciones de Origen Controladas (AOC) existen, a su vez, matices en sus valoraciones.
Las comarcas de Chablis y Auxerre poseen viñas clasificadas para conseguir vinos grand cru y premier cru. En la zona llamada la Côte d`Or, paraje vinícola alargado de más de 50 kilómetros de extensión se encuentran casi todos los viñedos grand crus y premiers crus.En la parte Norte, se encuentra la Côte de Nuits, zona productora de vinos varietales de pinot noir bien elaborados y complejos pero en la que casi no se encuentra la variedad chardonnay. Otras comarcas son la Côte de Beaune, la zona de Hautes Côtes, la Côte Chalonnaise, el Mâconnais, región vitivinícola esta última donde empieza la zona del archiconocido vino galo de Beaujolais.
En la región de Borgoña podemos encontrar tres o cuatro parcelas colindantes con una serie de condiciones diferenciadas como son la altura, la pendiente y la dirección. En ellas se cultiva la misma variedad de uva. Sin embargo, las uvas de cada parcela se vinifican por separado y el resultado son tres o cuatro vinos con un aroma y un sabor distintos.
No cabe duda de que la región de Borgoña es una región de vino varietal. Las dos variedades principales, pinot noir y chardonnay, tienen una composición, orientación y microclima muy peculiar y sensible, buscándose la mayor complejidad en la calidad de las variedades.
La pinot noires una variedad muy difícil de vinificar, su crianza requiere de un cuidado y un tacto algo más que delicado. Las vides brotan en primavera y son muy sensibles a las heladas tardías que se producen en muchas ocasiones. Sus uvas, pequeñas y compactas, son muy sensibles también a enfermedades como el mildiu y el oídio.
Durante el proceso de vinificación los enólogos tienen dificultades para extraer el contenido exacto de sustancias colorantes y taninos, utilizándose criterios contradictorios entre viticultores y enólogos respecto a si la maceración resulta larga o intensa, así como si las temperaturas de fermentación son demasiado bajas o se emplea vino de prensa que aporte más color, aunque se obtengan vinos con taninos más verdes y con notas algo amargas.

Por el contrario, la variedad chardonnay es muy fácil y agradecida de cultivar. Esta variedad permite altos rendimientos sin renunciar a la calidad y es menos sensible a las enfermedades. En esta variedad resulta muy importante elegir el momento idóneo de la vendimia, porque la sobre maduración le hace perder acidez, convirtiéndose en unos vinos planos.
La capacidad de transformación de la chardonnay es espectacular. Se dan vinos más tradicionales, con crianzas, en madera o sin ella, especiados y amplios y largos. Los mejores vinos fermentan, casi sin excepción, en barrica, produciendo unos vinos brillantes, con densidad, en donde la fruta se funde perfectamente con las influencias de la madera y las levaduras para producir unos vinos de amplio y complejo sabor e intensidad aromática.