DICIEMBRE 2019
La mina transformada en cava de vino: viticultura épica
18 Diciembre 2019
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró en el año 2003 Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad “la Quebrada de Humahuaca”. Situada en el noroeste de Argentina, en la Provincia de Jujuy, a unos 1.500 Km. de Buenos Aires, es un valle andino de 155 kilómetros de extensión, flanqueado por altas cadenas montañosas y excavado laboriosamente durante siglos por el río Grande, ubicado a más de 2.000 metros de altura.
Se trata de un paisaje cultural único en el mundo, ya que los pueblos indios de la zona conservan creencias religiosas, ritos, fiestas, arte, música y técnicas agrícolas que son un patrimonio viviente, motivo importante para que fuera declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Con una superficie de 172.116,44 hectáreas, tiene una población algo superior a los 20.000 habitantes.
El lugar es la combinación perfecta entre un soberbio y espectacular paisaje y su riqueza arqueológica. Sus habitantes actuales son mayoritariamente de la etnia coya. La quebrada fue escenario de distintas culturas ancestrales de 10.000 años de antiguedad, entre ellos los omaguacas, que le dieron nombre al lugar.Humahuaca suele traducirse como "Río Sagrado", antiguo símbolo de lo que sólo cambia para seguir siendo lo mismo.
La quebrada es un tramo del camino del Inca, que abarca a otros países de la región y que va desde la provincia de Córdoba al Alto Perú. Posee una serie de atractivos naturales, culturales e históricos, como sus cerros de bellos multicolores y las fortalezas indígenas que dominan la zona denominada”cadenas de pucarás”.
El Comité para el Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO tomó en consideración tres criterios fundamentales para determinar que se trataba de un paisaje protegido: en primer lugar, exhibe un importante intercambio de valores humanos y arquitectura popular, tecnología, artes monumentales, planificación urbana y diseño paisajístico.
En segundo lugar, es una muestra viva y sobresaliente de un conjunto arquitectónico, con un tipo de edificio que ilustra etapas y tiempos significativos en la historia de la humanidad.
Por último, al valorarse el ejemplo sobresaliente de un asentamiento humano tradicional, representativo de una o varias culturas que interactúan con el medio ambiente, de forma especial cuando se ha vuelto vulnerable bajo el impacto de un cambio irreversible.
Y es aquí, en Humahuaca, provincia de Jujuy, a casi 4.000 msnm, donde las profundidades de una antigua y profunda mina abandonada, denominada “Mina Moya”, cuyo pasado minero e industrial se refería a roca caliza para la producción de cal y otros materiales como yeso, piedra laja, cuarcitas, arcillas y alabastro para objetos utilitarios y decorativos.
Lo auténticamente novedoso no es tanto que una vieja mina abandonada se utilice para fabricación, guarda y crianza de quesos, cervezas y vinos, sino, y aquí se encuentra la diferencia diversidad y singularidad, que ello se produzca a casi 4.000 metros de altitud, algo impensable y que lo convierte en una de las zonas vitivinícolas más altas del mundo. En la antigua Mina Moya, a 3.600 msnm, con una diferencia de humedad entre 13 º y 82º C se dan las condiciones tan singulares y adecuadas que hacen de ello una lugar de viticultura extrema de altura.
El clima, debido a sus características extremas exige métodos, sistemas y procesos alternativos y únicos adaptados a dicha singularidad, pues hay diferentes factores, como el de la amplitud térmica, con más de 20 grados de variabilidad térmica con heladas ocasionales, así como suelos y alturas que exponen las uvas a una radiación solar de carácter excepcional, extremos que dan como resultado unos vinos con un carácter muy marcado, complejos y con buen cuerpo y estructura. En definitiva, vinos singulares con identidad propia.
La Quebrada de Humahuaca ya cuenta con su propia Indicación Geográfica y sus vides son un referente de los vinos de altura de la provincia de Jujuy y de Argentina y, desde luego, de todo el mundo con sus siete viñedos y cuatro bodegas elaboradoras. En el gran socavón de la mina “Moya”, la temperatura y humedad estables hacen de ello uno de los lugares ideales para la estiba de vinos y un verdadero icono y símbolo de los vinos de altura. Aquí bien podría hablarse de viticultura extrema y, por supuesto, heroica.
El pasado año 2018 “Uraqui Minero corte A 2016” fue reconocido por el Master of Wine Tim Atkins entre los 100 mejores vinos argentinos. Uraqui significa terruño en lengua Aymara y representa un homenaje de Claudio Zucchino, hacedor de vinos, a su padre minero que allí trabajó en Humahuaca, Alfredo Remo Zucchino, con una etiqueta de la botella que invita a brindar por una minería sostenible.
El proyectos vitinícola se inició en 2002 y ya hay cultivadas casi dos hectáreas de vides en un rango de altitud comprendido entre los 2.750 y los 3.319 msnm, de variedades como Malbec, Shyrah y Merlot. Las vides de este vino fueron plantadas a 3.319 msnm, circunstancia que convierte a esta bodega en la más alta del mundo. La finca, denominada “Viñas de Urquía” está irrigada por dos arroyos que fluyen de agua todo el año y que provee de la misma a las vides. Es una finca de elaboración orgánica (ecológica) en la que además existe un huerto que elabora productos para la comarca, también orgánicos. Ahora, ya nadie duda de que sea posible cultivar vides y elaborar vino en condiciones tan extremas de viticultura más que heroica épica.