Crónica de la extraordinaria acogida de la XVI edición de la
Feria Nacional De Minerales y Fósiles de La Unión
De gran éxito y masiva acogida por los aficionados y público en general se puede calificar la celebración de la última edición de la Feria Nacional de Minerales y Fósiles de La Unión que tuvo lugar en el bello y singular edificio de su Antiguo Mercado Público durante los días 5, 6 y 7 de abril. Se trata de una de las tres ferias de minerales más importantes de España, por la que han pasado más de 12.000 personas por este magnífico evento que supone una oportunidad única para conocer y gozar de la riqueza del patrimonio minero natural e industrial de la Región de Murcia y, específicamente, de la Sierra de Cartagena-La Unión.
Los asistentes, no sólo han podido disfrutar de las esplendidas y bellas colecciones de minerales, fósiles y meteoritos expuestos (37 stands con casi 1500 m2 de exposición), ocupando un lugar destacado este año la colección de nidos y huevos fosilizados de 4 especies distintas de dinosaurios (Hadrosaurio, Tericinosaurio y Tiranosaurios) pertenecientes a la era del Mesozoico, período Cretácico, datados entre 70 y 110 millones de años, sino que también muchos de los aficionados y coleccionistas de minerales que vienen desde todos los rincones de España, una vez más, han podido efectuar intercambios entre ellos y adquirir piezas muy interesantes a precios relativamente razonables a los comerciantes y expositores, singularmente de muestras de bella factura de la Sierra.
Un poco de historia. Actos de Inauguración y Clausura de la Feria
Haciendo una breve retrospectiva, la Feria de Minerales y Fósiles de La Sierra Minera nació en el año 1997 con la denominación de “Primer Seminario de la Sierra Minera”, tomando la iniciativa la Asociación de Empresarios por el Progreso de La Unión que, más tarde, se fusionaría con la Asociación de Empresarios de La Unión, siendo un referente en mostrar el rico patrimonio histórico-minero de la zona y como lugar de encuentro e intercambio de experiencias entre aficionados, mineros y expertos, contando cada año con un emotivo acto de homenaje a alguno de esos hombres que arrancaron el mineral de la tierra.
Al año siguiente, en 1998, su denominación cambió para sustituir el término de Seminario por el de Feria de Minerales y Fósiles de La Unión, denominación que hasta la fecha se mantiene. En la presente edición, décimo sexta, el acto estuvo presidido por el Consejero de Universidades, Empresa e Investigación, don José Ballesta, acompañado de diversas autoridades y personalidades locales, del ámbito empresarial y de los miembros organizadores.
Sin lugar a duda, el acto más hermoso y entrañable de la Feria fue el Homenaje del Minero, recayendo este año en la persona de don Juan Balanza Egea, de 82 años de edad, minero que trabajó en la minería de la Sierra de Cartagena-La Unión y al que se hizo entrega de diversas placas conmemorativas por parte de la propia organización de la Feria, del Ayuntamiento de la Unión y de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Cartagena. El minero homenajeado, Juan, que agradeció el recuerdo y la entrega de las placas conmemorativas estuvo acompañado durante el acto por su esposa, Caridad, a la que se hizo entrega de un ramo de flores.
El acto de clausura contó con la presencia del Presidente de la Federación de Asociaciones de Empresarios y Profesionales de La Unión, don Mariano Miranda, entre otros asistentes, y en el mismo se hizo entrega de los siguientes premios
-Mejor stand decorado de la Feria: Antonio y Amalia Álvarez.
-Mejor Mineral de la Sierra: Cuarzo recubierto de calcedonia, de Juan José Martínez Pardo.
-Mejor Mineral de la Feria: Apatito de Panasqueira Portugal, de Alberto Ledo.
-El sorteo del mineral de regalo (cuarzo amatista de la mina Catón, Los Pajaritos), fue otorgado a una aficionada de 10 años llamada Emma Rosique de Santiago de La Rivera.
La Semana Santa Minera de La Unión
Incompleto sería, desde luego, este breve relato, sí se omitiese cuando menos una breve cita o reseña de las procesiones y de la Semana Santa Minera de La Unión. La tradición y raigambre de la Semana Santa Minera de La Unión está asentada en una tradición que se remonta varios siglos atrás, a tiempos en los que aún el pueblo mantenía la antigua denominación de Herrerías.
La tradición procesionaria de La Unión ha sido siempre muy dependiente de las circunstancias sociales que acompañaron la vida local y comarcal a lo largo de los años, de la mayor o menor prosperidad económica, de los momentos de más o menos calma política, de la ausencia o presencia de tensiones y conflictos de toda índole y, especialmente, laborales.
Existen datos e indicios racionales, aunque no documentación clara precisa e inequívoca, acerca de la existencia de desfiles antes de que la fiebre minera se expandiera por el municipio, al recogerse algunos datos sobre la salida de procesiones desde la vieja ermita de El Garbanzal en los últimos años de los siglos XVIII y principios del XIX.
También ha quedado patente el carácter religioso y el fervor popular de los habitantes del municipio en los primeros momentos del auge minero en La Unión de las primeras décadas del siglo XIX. Así, algunas familias de mineros que ya habían adquirido cierto poder económico y renombre, como los “Gutiérrez”, los “Garbilladore”' o el “Tío Serrano”, hicieron posible que las procesiones de Miércoles y Viernes Santo adquirieran un protagonismo y una popularidad especiales, que quedaban reflejadas en la gran afluencia de público.
Los primeros desfiles fueron planeados en el seno minero, concretamente en la Fábrica de Fundición de Mineral 'San Juan Bautista', donde alguien concibió las salidas de nazarenos, caridades y dolorosas recorriendo las calles de la villa.
Pero si el apogeo de la minería unionense había impulsado en el pasado las fiestas procesionales de La Unión, la decadencia del sector en el período de 1913 a 1927 no menoscabó, paradójicamente, la importancia de los desfiles. Durante el siglo XX se sucedieron décadas de silencio en las que la atención estaba concentrada en los avatares bélicos nacionales e internacionales del momento, pero una vez finalizados los conflictos y volviendo a la calma, se reanudarían de nuevo las procesiones durante las décadas centrales del siglo XX.
De estas fechas es la primera procesión del antiguo Cristo de los Bomberos y Cruz Roja, que hoy día se conoce como Cristo de los Mineros, celebrada en la noche del Jueves Santo del año 1958. La procesión del Cristo de los Mineros está declarada Fiesta de Interés Turístico Regional por la Comunidad Autónoma de La Región de Murcia desde 1995.
En los tiempos actuales, el año 1992 marca un hito de notable trascendencia en la historia procesional de La Unión, significando el comienzo de un nuevo resurgir pasionario, esta vez bajo unas circunstancias especiales y propias. El cierre definitivo de las minas un año antes se tradujo en un replanteamiento de toda la estructura político-económica del municipio, unida a la social y cultural. Los vecinos de la villa quisieron que la decadencia, que visiblemente se asomaba a sus vidas, frenara mediante una incesante búsqueda de su propia identidad. Atrás quedaban los mineros, pero no sus recuerdos ni sus elementos y símbolos, que son los que desde entonces realzarán las procesiones de Semana Santa de La Unión.
Pero lo cierto es que sí los mineros y la minería han sido tradicionalmente los protagonistas de la Semana Santa Minera unionense, uno de los elementos más distinguidos en estas celebraciones es el de las saetas, derivados también de esa vida minera.
Se ha hablado mucho sobre la procedencia y origen de las famosas saetas que adquieren un protagonismo especial en la Semana Santa Minera, indicándose que esta usanza deriva de la influencia de los inmigrantes del campo andaluz que se trasladaron hasta estas tierras a consecuencia de la importante actividad minera de la zona. Los andaluces emigrados contribuyeron asimismo al enriquecimiento del cante de flamenco minero y del folclore popular murciano. Y así, los mandatos del cante y las costumbres se arraigarán de tal modo en tierra unionense, hasta el punto de pertenecerles también a ellos mismos por derecho propio.
Fue en la década de los años 60 del pasado siglo XX cuando volvió a recuperarse nuevamente esta vocación que se verá apoyada por la resurrección de los cantes mineros que celebraron su primer festival allá por 1961, encumbrados ahora en el Certamen Nacional del Cante Flamenco.
Junto a miles de conciudadanos, llegados de todos los lugares, hemos tenido la ocasión de congregarnos en los recorridos de calles y plazas para disfrutar con admiración, respeto y veneración algunas procesiones como, especialmente, la de la Cofradía del Cristo de los Mineros del Jueves Santo, emocionando vivamente la saetas de hondas raíces cristianas y mineras que todos los congregados a lo largo del recorrido tuvimos oportunidad de escuchar.
Es madrugada del Jueves Santo, el Cristo de los Mineros y los cofrades y costaleros que cargan con la imagen van perdiéndose de vista, perfilándose débilmente el pábilo de las velas y su silueta. Caminamos de vuelta a descansar y me digo que los humanos no hemos de perder el interés para no perder la memoria.
Intelligenti pauca o, lo que es lo mismo, al buen entendedor pocas palabras bastan.