Las primeras palabras han de ser, necesariamente, de gratitud con los miembros del Grupo Mineralógico de Alicante, especialmente con el Secretario, Pedro A. López, y con el miembro de la Junta Directiva Julián Mateo, conocedores de la mina Manolita, por habernos guiado y ayudado en todo momento facilitando el recorrido por sus numerosas galerías, recovecos y vericuetos. Pero quedaría incompleta esta introducción sino manifestase mí agradecimiento y reconocimiento expreso a todos y cada uno de los asistentes, socios o no del GMM, por su comprensión y comportamiento en todo momento durante las 48 horas que hemos permanecido juntos, especialmente en el descenso, itinerario, permanencia y ascenso de la mina, colaborando como en Fuenteovejuna y minimizando la tarea de quien escribe estas líneas.
Y dicho esto, y sin más preámbulos, nos retrotraemos al viernes 30 de octubre. Nuestra cita: el hotel de concentración en el municipio de La Unión dónde ibais arribando en pequeñas oleadas hasta completar un numeroso grupo para la cena. Después de los saludos y presentaciones, pasamos a dar cuenta de las viandas que nos habían preparado para la ocasión y departimos en animada conversación los unos con los otros y los otros con los unos.
Al filo de la medianoche (buena cinta ¿verdad?), y ya entrados en harina con el cosquilleo de lo que nos esperaba para el día siguiente, se entregó a la concurrencia un dossier junto con otra documentación preparada por quien escribe, y ya sin solución de continuidad se paso a exponer los pormenores del descenso a la mina. Poco a poco todos participábamos de una cierta mezcla de ligera angustia aderezada con emoción e ilusión imaginando como sería aquélla bocamina algo angosta, con una fuerte pendiente de casi un 50 por cien de desnivel en la que tan sólo entra una persona agachándose. Y así, con el estómago agradecido, entre risas y bromas, dimes y diretes, nos dispusimos a reposar nuestros huesos en cómodo lugar.
Llego el día D y la hora H. Todos listos en formación, rápido desayuno con zumos, tostadas, cafés y recogida del picnic canturreando aquello de vamos de excursión, con la mochila………todos a sus puestos y así salimos más contentos que unas castañuelas.
Antes de la hora prevista (9.00 h) llegamos al encuentro con nuestros colegas de fatigas mineras de Alicante en el lugar previsto: EL DESCARGADOR. Allí apretones de manos, besos, abrazos, presentaciones, parabienes, salutaciones varias (qué ¡que bien te veo!, ¡cada día estas mejor!, ¡no pasa el tiempo por ti! y muchas, muchas más de esa índole), fotografías con los uniformes de picar impecables, cascos de todo a 100 con mucha cinta aislante. Todo perfecto.
Por fin llegamos que parecíamos una compañía de zapadores muy peripuestos para entrar en la mina. Que si yo no veo con esta lámpara. Que dime como se enciende la cosa. Nuestra querida María Luisa que no atina con el carburo. Que aquello no chisca. En la bocamina era de traca: no, que tú primero. No por favor, faltaría más, tú primero; no siempre primero las señoras, y así finalmente uno y una tras otro y otra, a las 9.40 horas desaparecíamos internándonos en la Manolita.
Los escalones muy desgastados y resbaladizos. Mario dice tranquilo, grita y está como un flan pero ahí va, directo hacia la puerta de Alcalá. Patricia dice que ahí os quedáis que hay unas calcitas en el exterior maravillosas y coge las de Villadiego. Paco, el de la comisión de los dineros, dice que le gusta más el aire puro y fresco de la mañana y que será en otro momento. Prefiere la compañía de Patricia, Chimo y su novia del GMA y Moisés (Presidente del GMA) y sus hijos. En fin, que nos abandonan y nosotros que somos contumaces continuamos.
Y de repente primer obstáculo: agujero a la derecha en dónde acaban los escalones. Nos ladeamos a la izquierda apoyándonos dónde buenamente se puede y nos dejamos caer en brazos de los compañeros y compañeros que nos han precedido. Y así, uno a uno, prueba superada. A partir de ahí comienzan las galerías a un lado y a otro, a derecha e izquierda, arriba y abajo pero entre el hilo guía y nuestros buenos conductores no hay escollo que nos haga desistir.
Nos encontramos junto a la galería principal en la que se encuentra un pozo por el que se filtra la luz del exterior y por el que (veis como todo estaba previsto y estudiado) sacaremos toda la carga, mochilas y demás aparejos incluidos. Continuamos bajando la cuesta porque sabemos que, abajo, dos pisos más abajo, se encuentra la fiesta. Y así es, la calcita se nos presenta de las más variadas tonalidades formando tapizados y cristales de uno y dos centímetros. En algunas piezas aparece mezclada con la pirolusita y calcofanita, encontrando algunas piezas y maclas soberbias de cristales algo más pequeños pero ciertamente vistosos. Las labores subterráneas tienen un tamaño muy grande, encontrando anchurones con 10 metros de altura y galerías y pasos angostos en los que apenas puede pasar una persona. Algunas paredes forman geodas blancas y de otras tonalidades, ocres, amarillas, de color miel oscura y brillantes.
Las expresiones de la gente son de verdadera alegría con las muestras encontradas: ¡¡mira que maravilla!!, ¡¡esta si que es una pieza de museo!!, ¡¡pues anda que esta, es de colección!!. Algunas personas están cansadas, y todos sudorosos, con el cuerpo y la cara negra por el manganeso, pero la verdad es que la emoción y el entusiasmo de todos supera el cansancio con creces.
A decir verdad la mina es algo caótica y traicionera pues encontramos pozos por doquier y en las bóvedas de los techos hay agujeros aquí y haya que, a veces, hacen presagiar lo peor. Lo cierto es que la roca es extremadamente dura y no parece que haya que tener temor pos posibles derrumbes.
A las 13.00 parada y fonda en el segundo nivel para repostar. Le llego la hora a la bolsa del picnic. Por supuesto, todo recogido y ningún desecho que no somos como algunos vándalos que piensan que por allí pasan los de la recogida de residuos sólidos urbanos todos los días. Y después del refrigerio, algunos bajamos al tercer nivel dónde se sitúa una balsa de agua que sirvió de improvisada piscina para una criatura del grupo. Todo un evento extraordinario, documentado fotográficamente cuya repetición no veremos a buen seguro en mucho tiempo.
A las 14.45 horas todo el grupo encaramos la subida ascendiendo por rampas, salvando desniveles y obstáculos como los pozos. La subida, a pesar del cansancio, resulta más fácil que el descenso. Se hace acopio de todas las mochilas, bolsas y material en la zona de la galería principal por dónde se acarreará el material permitiendo a todos que suban sin peso por la angosta galería y desnivel de 50º. Después de subir todo el material, a las 16.00 horas sale la última alma, quien esto escribe, agradeciendo la luz del sol. Algunos están cambiándose de ropa, lavándose y a pesar del agotamiento se refleja en sus rostros un rictus de alegría, emoción, ilusión y entusiasmo que yo comparto plenamente. Como decíamos en la mina: LA VIDA ES BELLA. Al transmitir ilusión y entusiasmo con lo que se está haciendo se produce un efecto multiplicador mutuo y recíproco.
De regreso al Descargador, tomamos unas cervezas frías y unas raciones de jamón, queso y otros embutidos. Nos despedimos afectuosamente de nuestros colegas de Alicante y nos emplazamos para hacer nuevas salidas conjuntas.
La gente del GMM proseguimos camino hacia el Museo Minero de La Unión (antiguo Liceo de Obreros) en dónde nos esperan para una visita guiada en exclusiva para el grupo por la historia de la minería de la Sierra Minera. Es un museo muy interesante en el que a través de las cinco salas con que cuenta podemos contemplar una soberbia colección de minerales, así como un extenso e importante muestrario de herramientas e instrumental minero, maquetas a escala de los procesos de extracción y lavado de mineral además de una rica colección de documentos relevantes y fotografías.
Después de eliminar el manganeso de nuestro cuerpo y tonificarnos con la ducha, rematamos la jornada con la gastronomía de la zona en un singular bodega dónde los jilgueros revolotean mientras te tomas unos michirones acompañado de un vermú elaborado por Jesús como aperitivo y para abrir el apetito. Muchas, muchas fueron las ocasiones en las que se brindó durante la velada: por el GMM, por el GMA, por los dos grupos, por los asistentes, por los ausentes, porque estábamos contento, por nuestro entusiasmo, por la minería, por los mineros y por el fantástico día que pasamos juntos.
Por supuesto, la mayor parte de los brindis lo fueron con la láguena y el reparo, dos típicas bebidas mineras que agrandan el espíritu (Que risa, que risa con Mario ¿recordáis? La lágrima y la reparación. Vaya momentos). Para finalizar, y teniendo en cuenta que la comida ha de ser reposada y la cena paseada, nos dispusimos a caminar por el pueblo pasando por la Casa del Piñón y rodeando el Mercado Público para dar con nuestros triturados cuerpos en la cama a las 2.00 horas de la madrugada.
Y como si esto son penas que no se acaben, a las 9.15 horas del domingo nos encaminamos a las escombreras de la Mina Catón (Los Pajarillos) dónde se recogieron numerosas y estupendas piezas de cuarzo y calcedonia entre otras.
Algunos cristales de cuarzo, hasta de 3 centímetros, con inclusiones de oxido de manganeso que les dan un color gris, apareciendo en algunas ocasiones biterminados. Casi todos, y todas, tuvieron ocasión de recoger muestras de amatista con cristales de 3 centímetros en muchos casos. Era la coronación al fin de semana minero en La Unión. ¿Quién da más?
La guinda al pastel la pusimos en la bahía de Portmán, a la que fuimos atravesando la sierra de la Peña del Aguila, acercándonos hasta el lavadero de mineral Roberto. Por último, tomamos algunas fotografías del grupo junto al mar y cansados pero entusiasmados nos tomamos un refrigerio en el bar del club náutico despidiéndonos y regresando a nuestros destinos a las 14.00 horas.
En nuestra diversidad tenemos algunas cosas en común que nos unen; una de ellas la hemos podido comprobar en estas 48 horas: la seducción, el hechizo y la atracción por la mineralogía y por nuestro patrimonio minero. Es ese un fenómeno que se refiere exclusivamente al alma, como las cosas justas encantan al que persigue la justicia y, en general, los actos virtuosos encantan al que ama la virtud. Hasta la próxima.