La viña y el vino son inseparables en la historia del ser humano desde que éste deja sus primeros testimonios gráficos. Podemos comprobar cómo en las pinturas egipcias Pintura Egipcia. en las ánforas griegas Anfora Griega y en los mosaicos romanos Mosaico Romano el hombre aparece o bien con una jarra en la mano o pisando uva o en plena recolección de la misma. De forma paralela, los orígenes de la actividad minera se pierden en el tiempo acompañando al hombre desde las culturas prehistóricas paleolíticas. Tendríamos que remontarnos a los tartesios para encontrar alguna referencia escrita como los primeros explotadores de una incipiente actividad extractiva minera, continuando con los fenicios y prosiguiendo con los helenos, los cartagineses y los romanos. La actividad vitivinícola y la actividad minera se encuentran unidas a un territorio, formando geológicamente tipos de suelos distintos que considerando también otros factores -clima, variedad de uva, etcétera- determinan la calidad final de un vino. Claro está, todo ello sin olvidar un elemento decisivo: el factor humano. Nuestro acervo vitivinícola y mineralógico posee una riqueza soberbia. El abandono y el despoblamiento de algunas áreas mineras parecen irreversibles a pesar de su extraordinario valor potencial. Sin embargo, todo ese legado histórico-minero podría ponerse en valor en numerosos lugares gracias al vino. Acercar el mundo del vino y los minerales identificando y describiendo sus notas comunes, sus interrelaciones, es algo más que una curiosidad. Podemos leer, documentarnos, hablar con sus protagonistas y empaparnos de enología y mineralogía a través de la red pero la propuesta principal es que lo vivas de acuerdo a la experiencia personal que te comunica tú propia sangre.
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Actualizada | 23 Septiembre 2015 |
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